jueves, 25 de octubre de 2007

morceau nº 8

De pronto, una mano me sujetó por el hombro y me detuve.
-¿Os vais ya?- Era Beatriz.
No parecía guardarme rencor. A veces las mujeres resultan incomprensibles. Nunca acabamos de desentrañar la capacidad de su cariño ni la de su odio. Por eso los hombres terminamos esquizofrénicos. Supuse que ella no iba a hacer nada por impedir que me marchara, pero contenía dentro de sí tal ansia de agradar que no podía tolerar que me fuera sin un buen recuerdo de ella.
- Yo estoy segura de que algún día volveremos a vernos.
- O no.
- Yo sí- insistió ella.
- Bueno...
- Suerte en tu vida.
- Y tú en la tuya.
- Lo intentaré.
Me dio un beso fugaz en los labios, casi inexistente, alzándose sobre las puntillas de sus zapatillas de tenis. Se volvió. Echó a correr. El jersey anudado a la cintura se balanceó y dejó ver lo que siempre había imaginado. El pelo danzaba sobre su cabeza. Envidié su capacidad innata para hacerte sentir mal, para tocar la derrota en victoria. Mi preciosa menuda se había salido con la suya, dejar tras de sí la estela del deseo.

David Trueba, "Cuatro amigos".
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(Bueno no: Buenísimo. David Trueba debería escribir más.)
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Solo, qué habrá sido de tí..........................!!!

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