post-it 33: el/la desamor (o de los sugus a los bocabits)

Piensa en ella. Mira su foto. Recuerda cómo le besaba. Sale a trabajar y cree reconocer su figura entre la gente. Come bocabits. Viaja solo al lugar donde se prometió llevarla. Ve tres veces seguidas el que cree que sería su capítulo favorito. Vuelve a fumar. Desea con todas sus fuerzas verla aparecer cada vez que dobla una esquina. Por las noches se desvela y rehace sus conversaciones, diciéndole todo lo que no se atrevió a decirle. Querría rebobinar el tiempo. Pinta su perfil en cuadernos de bolsillo, lo emborrona, y lo vuelve a pintar. Se ahoga. Sueña despierto. Cocina para otras sus platos preferidos. La imagina con su vestido azul. La imagina, en su cama, sin su vestido azul. Bebe de más y vomita hasta seis veces intentando olvidar su nombre. Se acuesta con desconocidas. Aún no ha tirado su cepillo de dientes. Duda. Liga con las dependientas. Daría lo que fuera por que cambiara de opinión. A veces está eufórico. Le deja un post-it con letras rojas en el espejo del baño, aunque sabe que nunca lo leerá. Invita a otra a cenar al mismo restaurante y pide un vino que no criticaría. Le tiemblan las piernas cada vez que oye una risa parecida a la suya. Hace que no le importa. Está de mal humor. Sale a caminar y saca una foto que ahora no podrá enseñarle. Lee ese libro del que ella tanto se burlaba. Tiene taquicardias si recuerda sus abrazos. Imagina sus tres respuestas. Espera. Quiere viajar. Se descubre contando a otras sus chistes, y se odia por eso. Grita, grita, grita. A ratos consigue ilusionarse. Va al cine anhelando encontrarla. Cuando nadie le ve, salta las baldosas por la calle. Se compra un hamster chino. Toma litros de tila para dormir. Sueña con ella. Sueña con ella. Con ella. Se ríe sin razón y luego llora debajo de la lluvia. Jura que nunca volverá a enamorarse. Abre una y otra vez el cajón donde guarda el billete de bus de la mañana de diciembre en que casi se despidieron. Coge aire. Toma un café con una chica que se le parece, pero mira por la ventana de reojo, deseando verla pasar. Se impacienta. Repite hasta mil veces que la ha idealizado, pero no consigue que deje de parecerle perfecta. Se lamenta por no haberle preguntado tantas cosas. Ha escuchado demasiadas canciones pensando en ella como para olvidarla tan rapidamente.