"El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que antes doliera cada movimiento de la manecilla del reloj. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mí."
S. Meyer.
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Me he comprado un reloj. A simple vista, no parece algo para contar. Pero sí lo es: hacía meses que no llevaba uno.
El último, fue el reloj de él. Me lo dio en un aeropuerto, antes de irse, en una de nuestras despedidas. Desde entonces, lo llevaba siempre: negro, sencillo, masculino... Podría ser un reloj cualquiera, pero era su reloj. Para mí, como él mismo rozándome la mano.
Después de despedirnos, la última vez, no me lo quité. Se había acostumbrado a mi muñeca. Pero de repente, poco después de que se fuera, se paró. A pesar de todo, lo seguí llevando conmigo, a las cinco y cuarto infinitas, hasta que cansada de inventarme excusas sobre el reloj parado, lo llevé al relojero. No era la pila, no tenía arreglo. Fue la señal. Volví a casa, aún con él agarrado a la muñeca, y con mucho cuidado, me lo quité.
Desde entonces han pasado ya muchos meses, y aunque tengo varios, y me encantan los relojes, sin embargo nunca fui capaz de ponerme otro.
...
Hoy, mientras hacía unos recados, le he oído llamarme desde la vitrina: "Hey, guapa, ven a verme, soy tu nuevo reloj." Me acerqué y nos quedamos mirando. Minutos después, ya en la tienda, la chica se ofreció a ponérmelo, pero quise hacerlo yo. "Clic, clic", me dijo al oído, "hay tanto por hacer".
Eran las cinco y media.
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Ahora lo llevo puesto. Es sólo mío, de nadie más. Es mi nuevo, primer reloj, y está en mi muñeca, saltando de alegría, como un loco.
:-)
4 comentarios:
:-)
Que razón tiene tu nuevo reloj, hay tantas cosas por hacer, empezando por disfrutar de una bonita historia
Yo también tuve uno de esos relojes, de los que no se quitan, si no los pierdes, como a mi me sucedió... me alegro de que aquel día se desatara de mi muñeca.
Las horas desde entonces son distintas, y mi vida ya no depende de las manijas del reloj de otro.
Son tan difíciles de quitar, esos relojes. Me alegro por tí.
El mío, el nuevo, tampoco lo llevo siempre. A veces aún me pesa la muñeca, así que prefiero no llevar reloj. Aunque sea mío.
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