
Hoy, 7.55 a.m., segunda y espectacular caída de la temporada.

Total. Que ahora tengo al pobre vestido abrumado por los estragos causados, mientras que yo a cada rato me parto de la risa pensando en las lechugas cayendo tan graciosamente...
Pues sí. Entrando a trabajar, he cruzado el hall con tanto ímpetu que, aún no sé muy bien cómo, he derrapado al lado de la entrada, para terminar cayendo más o menos en plancha a escasos 30 centímetros del árbol de Navidad. Los asistentes masculinos al evento, muy solícitos y me imagino que sorprendidos por mi inesperada demostración de triple picado con tirabuzón y medio adelante, vinieron rápidamente a rescatarme...Bueno, a mí, a un tacón que me dejé por el camino, a mi bolso, y a parte de su contenido, que tras volar en todas direcciones, estaba esparcido debajo del árbol como si fueran regalitos. Todo muy navideño, con las luces de colores chispeando entre las ramas como paisaje de fondo, y todos agachados debajo recogiendo mis cosas. Menos mal que conseguí esquivar el árbol...!!
Pero bueno. No ha habido más incidentes, y en un rato mi orgullo personal se ha recuperado del todo. Sipp, porque además, mi último vestido nuevo ha causado furor: en el super, primero me han cedido más que amablemente el turno en una de las colas; luego otro chico, con la malísima excusa de recomendarme una marca de queso de cabra (¿acaso tengo yo cara de que me guste especialmente el queso de cabra?...) ha aprovechado para -como casualmente- invitarme a un café, que por supuesto he rechazado; y luego otro, -sin duda el mejor, top of the tops del día y causante de su inclusión en el post de hoy,- que por quedarse mirándome pasar hacia la sección de congelados, ha estrellado el carrito contra una montaña de lechugas que han ido cayendo a su alrededor. Plof plof.

Total. Que ahora tengo al pobre vestido abrumado por los estragos causados, mientras que yo a cada rato me parto de la risa pensando en las lechugas cayendo tan graciosamente...